domingo, 23 de diciembre de 2012

Por qué Mou necesita renacer en el Real Madrid

Vergonzoso. Ese es el adjetivo que mejor definiría el último partido del Real Madrid frente al Málaga. Aún más vergonzoso puede ser, si lo comparamos con el equipo que el año pasado conquistó el campeonato batiendo todos los récords. Una sombra de aquel conjunto que partido a partido daba la sensación de no tener ninguna fisura. Pero ¿qué ha pasado en estos cuatro meses para que el conjunto de Chamartín toque fondo? Esa es la pregunta que deben estar haciéndose todos los madridistas. Y puede que ni Mourinho pueda contestar a dicha cuestión.
En el fútbol tienen una gran importancia los estados de ánimo. Cuando una mentalidad derrotista entra en el seno de un equipo es muy difícil extirparla. Los partidos se hacen muy largos y la desconfianza entre los jugadores crece día a día. En ocasiones estas situaciones aparecen sin una razón evidente. Una mala racha de resultados, las críticas tanto de prensa como de aficionados o la inestabilidad en el club pueden derivar en esto. Pero lo peor de todo sucede cuando los jugadores sucumben a esta espiral negativa. Ese es el punto en el que equipo se va rompiendo cacho a cacho. El caos y el miedo se apodera de los jugadores y las tácticas del entrenador pierden todo sentido. Normalmente cuando se llega a este punto, el entrenador entona el 'mea culpa' y acaba asumiendo que no puede sacar esta situación adelante. Es ahí cuando llega un nuevo entrenador con otras ideas y nuevas formas de trabajo. El equipo siente que soplan nuevos aires y acaba olvidando esa mentalidad negativa. Así ocurrió con la llegada de Cholo al Atleti o la del mismo Mourinho a Madrid.
Pero en el caso del conjunto blanco no tiene pinta de que suceda esto. Mourinho ha ratificado que no piensa dimitir y que tiene la intención de poner el barco en su rumbo. Es una situación nueva, tanto para el portugués como para el madridismo. Desde la llegada de Florentino Pérez, ningún entrenador había sobrevivido a tal descalabro. Incluso el mismo portugués abandonó Stamford Bridge en las primeras jornadas de su cuarto año cuando vio los problemas venir. Por tanto Mourinho se enfrenta a un reto, hacer lo que la llegada de un nuevo entrenador podría provocar: revertir la situación y volver a sacar el gen campeón de este equipo. Digamos que podía tomárselo como una nueva llegada a Madrid. Con la diferencia de que cuando arribó hace poco más de dos años contaba con el apoyo incondicional de los aficionados. Ahora no se puede pude decir lo mismo. Las dudas entre los seguidores crecen con cada bravuconada del portugués. Ese es el reto de Mourinho, y sin duda es el más difícil al que se haya enfrentado como entrenador. Al final de temporada veremos su desenlace.

jueves, 13 de diciembre de 2012

El broncas, el hippie y el yayo ¿Quién es el mejor entrenador?

José Mourinho, Josep Guardiola y Vicente del Bosque. Los tres nominados a mejor entrenador del año 2012. Comparten profesión pero su carácter es muy diferente. Los tres han guiado a sus equipos a la victoria. La arrogancia y belicosidad de Mou contrasta con la calma de don Vicente o la complacencia de Guardiola. Pero, ¿cuál de los tres  estilos asegura el éxito?
 El luso no elude la polémica. Es más, la provoca. La utiliza como adrenalina para su equipo o como arma para desestabilizar a su rival. En su manual de juego forma parte de una estrategia más. El problema es que esta actitud acrecienta su fama de chulo y prepotente. En cualquier novela, Mou sería el típico personaje conspirador y manipulador que hace lo que sea para obtener su beneficio. Sus amigos le amarán pero sus enemigos, que serán más, le odiarán.
Su 'archienemigo', Guardiola, es un caso bien distinto. Su fama de exquisito jugador le ayudó en su relación con los periodistas cuando comenzó a entrenar. Guardiola, muy inteligente, supo aprovecharse de esto y durante sus primeros dos años mezcló en sus discursos de rueda de prensa ciertas dosis de sentimentalismo y pasión (el sentiment catalán y la búsqueda del jogo bonito) con clases doctrinarias y tácticas acerca del partido. A la prensa le gustó. Y sus grandes resultados le elevaron a la categoría de Mesías. Todo lo que decía era tomado como la verdad absoluta. Esto cambió con la llegada de Mourinho. Lo que antes era un campo de flores se convirtió en un campo de batalla y donde antes los periodistas bailaban al son de la música hippie de Guardiola ahora atacaban con rifles y bayonetas. El luso comenzó a polemizar sobre cualquier cosa insignificante. En todas ellas señalando al Barcelona como el gran beneficiado y al Madrid como el gran perjudicado. La prensa entró al trapo, y en su afán por encontrar la noticia cuestionaba a Guardiola sobre las declaraciones del portugués. Guardiola se dio cuenta y poco a poco se fue viendo una postura más defensiva en su comportamiento. Se convirtió en un una especie de Dr. Jekyll y Mr. Hyde. No se sabía que parte podía salir cada día.
Por último Don Vicente del Bosque, 'El Marqués'. Encarna el tan hablado señorío desde la tranquilidad y el sosiego. Deben existir muy pocas personas a las que Don Vicente caiga mal. Es más, las personas que no le soporten, será porque verán en él un exceso de pachorra. Con la prensa tiene mano izquierda. Siempre tiene una salida fácil a las preguntas difíciles. No entra al trapo nunca y sabe como desviar la polémica. Cuando gana es querido por todos. Incluso puede aparentar el papel de abuelo bonachón. Pero cuando no obtenga triunfos, no tendrá ningún muro que aguante las críticas.
Como he dicho antes, tres caracteres muy diferentes. Los tres ganadores. Merecidamente están los tres en esta lista de mejor entrenador del año. Cada uno tendrá sus preferencias entre ellos. No podemos garantizar cuál de ellos conduce al éxito. Pero si vemos su carrera sí que podemos decir que sólo uno de ellos lleva más de una década al primer nivel. Sólo uno de ellos es capaz de lidiar año a año la presión de una gran competición y además obtener resultados. José Mourinho. Por lo tanto si podemos sacar alguna conclusión, es que si un entrenador de  un equipo de gran nivel quiere mantenerse en su puesto, tarde o temprano tendrá que sacar ese carácter farfullón y polémico.